Afuera hace rato que no hay sol.
Adentro hay luz incandescente.
Energía pura que se hace mía.
Luz propia que se nutre de la lejanía,
energía que nos une a repelernos,
luz que nos ciega para vernos.
Tan cerca que estamos lejos.
¡No te vayas! -exclamación de la realidad-,
Realidad que dejo de existir en el año luz que acaba de celebrarse en suspiros.
Suspiros de pena, que pasan desapercibidos,
pasan estáticos como en un escaparate, la realidad ya no imita el arte.
El amor sigue escuchando pero sumergido en libretos sordos con intenciones cobardes.
¿Sera que tiene celos el arte?
Lo ve alejarse acariciado por el viento sus sueños.
Millones de sentimientos se transforman en el ciberespacio de sus dedos.
Amantes cósmicos, amantes de novelas...
que continúan danzando esta especie de poema,
jugando a un sentimiento que no existe ni adentro, ni afuera
y preguntando dentro de las estrellas:
¿cuál esconde los nuestros que existieron en íntimas memorias?
¡Que me los devuelva!, que todavía no quiero que se acabe la historia.
Ojalá existamos en otra ocasión,
tal vez en un verso o alguna canción.
Ir, venir, acabar, comenzar...
esperando encontrarnos en otra fase lunar.